Como ya vimos en anteriores artículos, una organización inclusiva genera un sentido de pertenencia en el que todos los miembros de una compañía se sienten reconocidos, valorados y respetados como persona y se sienten libres de ser quienes son en su contexto laboral.
Según los expertos, las culturas orientadas al aprendizaje aportan la flexibilidad y la apertura de mente necesarias para que las personas que conforman la empresa puedan disfrutar del ambiente empresarial. Además, la capacidad de adaptarse e innovar que caracteriza la cultura del aprendizaje equipa a las organizaciones para poder lidiar con los imprevistos y los avances de un entorno empresarial cambiante.
¿Cómo podemos definir una cultura del aprendizaje? Se trata de un modelo que desafía sus propios métodos y formas de hacer las cosas continuamente. Este enfoque facilita la innovación, la mejora continua y la capacidad de cambio.
A su vez, permite a los profesionales obtener el conocimiento, las habilidades y la experiencia necesaria para dar lo mejor de sí mismos, y ayudar a la organización a crecer a través de su desarrollo personal y profesional.
“La cultura del aprendizaje desafía sus propios métodos y formas de hacer las cosas continuamente”
De acuerdo con HBR, en la otra cara de la moneda están las organizaciones que fomentan una cultura de autoridad, donde el dominio, la seguridad y la estabilidad ejercen como pilares. Se trata de empresas con índices bajos de diversidad e inclusión.