La diversidad 2-D
La aerolínea norteamericana Southwest optó por estructurar sus equipos de trabajo de manera horizontal. De forma que, en caso de registrarse contratiempos o fallos con el cliente, la compañía hace responsable a todo el equipo y no a un miembro en particular. Una penalización para cuya prevención los profesionales modificaron su manera de relacionarse con el resto del equipo, ‘sinergizando’ tareas y compartiendo metas, conocimientos y respeto mutuo.
La progresiva aplicación de estas políticas ha derivado en la conocida como diversidad bidimensional, o diversidad 2-D, que se divide en:
- La inherente -basada en rasgos como el género, la etnia y la orientación sexual-.
- La adquirida -basada en el aprendizaje-.
Se trata de un modelo que ha demostrado sobradamente sus beneficios dentro del mundo de la innovación. La prestigiosa ingeniera de software Tessa Ann Taylor, defiende que “los equipos diversos crean diálogos y desafían el status quo” para, en última instancia, dar como resultado “un producto más reflexivo y sólido”.
Después de liderar durante un lustro el equipo de Ingeniería del New York Times, Taylor decidió “cambiar de enfoque y pasar de pelearse con códigos a administrar equipos”, poniendo en práctica lo aprendido durante su trayectoria profesional en la que rápidamente reparó en el potencial que ofrece la creación de equipos 2-D multiculturales y heterogéneos. “Una diversidad que iguala por encima y fomenta la cultura de equipo por abajo. Valorando la colaboración por encima de tener la razón, y reforzando el compromiso de hacer avanzar a todo el equipo en lugar de priorizar una victoria personal”, razona Taylor.
Equipos diversos no solo en aptitudes, también en orígenes
La universidad de Harvard ha profundizado en el impacto de la diversificación de las empresas detallándolo por ámbitos. Así concluye que “esforzarse por aumentar la diversidad multicultural en el lugar de trabajo no es un eslogan vacío, es una buena decisión empresarial”. Para ello recaba diversos estudios como el de la consultora McKinsey de 2015 que, tras analizar 366 compañías encontró que aquellas con mayor de diversidad étnica y racial en la gestión tenían un 35% más de probabilidades de tener rendimientos financieros por encima de la media de la industria.
Un patrón que se repite en aquellas que presentan mayor diversidad de género al tener un 15% más de probabilidades tener rendimientos superiores a la media de la industria. Este resultado, además, ha sido refrendado por el análisis global de 2.400 empresas realizado por Credit Suisse, y que concluye que las organizaciones con al menos una miembro de la junta directiva obtuvieron “una mayor rentabilidad sobre el capital y un mayor crecimiento de los ingresos netos que aquellas que no tenían ninguna mujer en ella”.
Fuentes: Research Gate , Harvard Business review ,Robert Half ,New York Times