Gender Revolution, Salary Revolution
Para entender la desigualdad de género en el trabajo, tenemos que seguir hablando de las diferencias de remuneración entre hombres y mujeres (gender pay gap o brecha salarial de género), pero a menudo nos faltan elementos de soporte en nuestras discusiones. Goldin nos ayuda con uno. Según su innovador estudio publicado en la American Economic Review (Goldin, 2014), la clave de las diferencias de sueldo entre hombres y mujeres se encuentra en las ocupaciones con salarios no-lineales. Vamos a explicarlo bien. Hay ocupaciones con salarios lineales, donde básicamente a más horas trabajadas, más dinero ganado. Es proporcional. Sin embargo, hay ocupaciones donde los salarios son no-lineales, son convexos. En estos casos, trabajar más horas, implicar ganar mucho más dinero del que correspondería de forma proporcional. Es el caso de los bufetes de abogados, banca, consultoría, y en general, del mundo corporativo. Llegar a la cúspide tiene premio, pero para llegar, no solo son necesarios el talento, la formación, y la aspiración, sino un sinfín de horas trabajadas, a menudo semanas laborales de más de 70 horas. No cumplir con el número de horas limita las posibilidades reales de llegar a la cúspide, y las mujeres según Goldin, al interrumpir más a menudo sus carreras, o reducir su número de horas semanales, tienen menos números de llegar a la posición vértice. Y es en estos campos donde los salarios son no-lineales donde surgen las auténticas diferencias de remuneración entre hombres y mujeres, y no en posiciones más elementales.
Goldin ofrece dos evidencias empíricas. Una en un campo con salarios no-lineales (el legal), y otra en un campo con salarios lineales (el farmacéutico). Por un lado, Goldin examinó los graduados en derecho (JD) de la Universidad de Michigan (1982-1991). Al salir de la universidad, las diferencias salariales entre hombres y mujeres eran nulas. A los 5 años eran mínimas, pero a los 15 años las diferencias eran muy significativas. Goldin explica que el 60% de estas diferencias se explica por dos razones, y las dos, son relativas al tiempo: 1) las interrupciones durante la trayectoria profesional (normalmente por maternidad), y 2) el número de horas trabajadas semanalmente. Por lo tanto, la flexibilidad es una herramienta interesante, pero con un precio muy alto a pagar en estas ocupaciones.
Por el contrario, en el campo farmacéutico, una de las carreras con los salarios más equitativos y a la vez lineales, encontró que un 40% de las mujeres entre 30 y 50 años del estudio trabajaba a jornada parcial, sin implicaciones en sus trayectorias profesionales. En este caso, la flexibilidad era igualmente interesante, pero a la vez, no implicaba un precio a pagar. Esto se debe a dos grandes razones, los empleados son buenos sustitutos unos de los otros, y los costes de transacciones son bajos. Y esto se explica por disponer de unos procesos muy estandarizados, permitiendo la sustitución de una persona por otra, sin implicaciones en la productividad (costes de transacción). Por lo tanto, el uso de la flexibilidad, ya sean interrupciones en la carrera, o bien trabajar a jornada parcial, no tiene implicaciones negativas ni en la persona, ni en la empresa. Por lo tanto, Goldin sugiere 1) repensar como el tiempo es distribuido, usado y remunerado, y 2) repensar los procesos (usando la tecnología) para hacer de los empleados buenos sustitutos unos de los otros, reduciendo los costes de transacción para la propia persona, y la empresa.
Esperemos que, para el siguiente 8 de marzo, hayamos hecho pasos importantes en la segunda parte de la gender revolution, así como en su último capítulo.
Referencias:
[1] Gerson, K. (2009) The unfinished revolution: Coming of age in a new era of gender, work, and family. Oxford, UK: Oxford University Press.
[2] England, P. (2010) “The Gender Revolution : Uneven and Stalled”, Gender & Society, 24(2), pp. 149–166.
[3] Esping-Andersen, G. (2009) The Incomplete Revolution. Adapting to Women’s New Roles. Cambridge: Polity Press
Development Review, 41(1), pp. 1–31. doi:10.1111/j.1728-4457.2015.00024.x.
Goldin, C. (2014) “A Grand Gender Convergence: Its Last Chapter”, American Economic Review, 104(4), p. 1091. doi:10.1257/aer.104.4.1091.
Goldscheider, F., Bernhardt, E. and Lappegård, T. (2015) “The gender revolution: A framework for understanding changing family and demographic behavior.”, Population and Development Review, 41(2), pp. 207–239.