Por más que nos consideremos individuos libres y autónomos, lo cierto es que todos actuamos, al menos en parte, según un libreto social. Uno que no hemos escrito nosotros, pero que interpretamos a diario con más precisión de la que creemos.
Este guion, compuesto de normas, expectativas, estereotipos y códigos compartidos, es lo que la sociología denomina Teoría de los Roles Sociales. Y entenderla no solo nos permite observar con mayor lucidez lo que ocurre en nuestras organizaciones, sino también abrir la puerta a atrevernos a escribir nuevos papeles.
¿Qué voy a leer en este artículo?
¿Qué es, exactamente, la Teoría de los Roles Sociales?
La Teoría de los Roles Sociales, desarrollada entre otros por Alice Eagly en los años ochenta, plantea que gran parte de nuestro comportamiento está moldeado por las expectativas que la sociedad deposita sobre los “roles” que representamos: madre, jefe, joven, ingeniera, persona migrante, directora creativa o enfermero, por citar solo algunos.
Estos roles no son estáticos ni universales, pero sí profundamente influyentes. Operan como marcos de referencia que nos indican, de forma más o menos sutil, qué es lo que se espera de nosotros en cada contexto.
En el ámbito laboral, estos guiones se manifiestan en formas tan cotidianas que muchas veces pasan desapercibidas: cómo se espera que lidere un directivo, cómo debe comportarse una becaria, qué tono puede usar un responsable de administración o quién se encarga de tomar notas en una reunión. Lo relevante no es solo lo que sucede, sino lo que no se cuestiona. Y es ahí donde la teoría de los roles sociales se convierte en una herramienta para observar, comprender… y también para transformar.